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sábado, 9 de noviembre de 2013

Tu abrazo.

Es verdad, el tiempo te enseña más que cualquier otra cosa. A mí me calló como hace el viento con los portazos repentinos, labio con labio, sellando mis negativas con violencia. A mí me enseñó a darme cuenta de que te necesitaba más de lo que creía controlar, y que lo único que quería era abrir los ojos con cada abrazo y ver lugares diferentes a través de tu hombro. Miles de sitios distintos con la única condición de encontrarme con tu sonrisa con un leve giro de cuello. Y en el tuyo escribiré mordisco a mordisco las dos palabras que nadie te dijo antes, para que no las puedas leer,
 
sólo sentir.


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