*Clin...*
No se escucha más en esta bañera. Creo llevar horas aquí metida, pero eso sólo le importa a las arrugas de mis dedos, y parece no molestarles demasiado. *Clin*. Así que seguiré unas cuantas gotas más mirando fijamente al azulejo que parece alejarse también de mí, mientras ellas resbalan por las pestañas convirtiéndose en bloques de hielo que no me dejan parpadear. *Clin*. Y escarcha en las ojeras, y estalactitas cayéndome del pelo.
*Clin*. Y primaveras más frías que el propio invierno.
Y cuando he querido escabullirme del mundo y hundirme en el poco agua que queda sin evaporar, ha caído el cuaderno que me ofreciste. Aquel que me dio las esperanzas que ahora flotan en esta bañera de tinta de un boli bic, y que, como las lágrimas escondidas en rímel que han caído, están desapareciendo por el sumidero...
*Clin*
En las primaveras lo que sucede es que lluvia mucho. Y la lluvia purifica el ambiente. Así que sécate y mejor guarda las lágrimas para momentos felices que puedas escribir en tu propio cuaderno.
ResponderEliminar...pero sigue escribiendo, ¿eh?, que da gusto leerte. Triste menos, pero da gusto.
Las lágrimas, como las palabras del cuaderno, se fueron por el desagüe. Aprendí (debo decir que gracias a él) que mi estabilidad no puede depender de alguien, sino de mí, exclusivamente.
ResponderEliminarY con una sonrisa de oreja a oreja (real) te doy las gracias y te prometo que las siguientes no serán tristes :)
Muchas gracias, Juan.