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lunes, 4 de marzo de 2013

Te quiero soñar.


Con sólo el caminar de mis dedos consigo aprenderte. Y los tuyos, con un leve empujón, derriban los muros de inseguridad que me rodean. Y los que creé como armadura alejándome de ti. Y todos aquellos que no me dejan ser, y que sólo consigo olvidar contigo. Porque te encargas de deshacerte de todo lo que me esconde, incluso de la ropa.
¿Te has dado cuenta de lo poco que te cuesta hacer que sonría? Es de las mejores sensaciones. Ver tu nombre y sonreír, recordar cada pequeño detalle, y sonreír. Y que me sonrías mientras me besas, y me beses mientras te abrazo, y abrazarte para que luego, al llegar a casa, me quede el olor en el pijama de una noche en la que, después de acariciarte hasta quedarte dormido, darte un beso de buenas noches sin que te enterases, y sonreírte como estímulo inevitable mientras soñabas, tuve un sueño:
Me despertaba en una casa rodeada de árboles y me perdí por el bosque durante todo el día. Comí moras, me bañé en un río encontrado por casualidad, disfruté del olor del campo al atardecer, me tumbé por la noche a ver el cielo (luna llena y estrellado) y, más tarde, volví a la casa para acostarme después de haber bebido bastante. Acompañada, claro, por ti.


Lo bueno de las pesadillas es que te acabas despertando. Lo bueno de los sueños es que, si quieres, se hacen realidad, como tú.

2 comentarios:

  1. Odio los sueños más que las pesadillas, porque aunque pueda sonar extraño para mi los sueños no son más que oportunidades que dejamos pasar, las pesadillas esconden los miedos, y cual de los dos temo más :)

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  2. Es otro punto de vista, sí. También es mejor despertarse de una pesadilla que de un sueño, porque lo segundo es realmente cruel...
    Aunque, sin duda, lo mejor es darme cuenta de que no se trata ni de un sueño ni de una pesadilla. Solo es la realidad, y es incluso mejor que un sueño.
    Muá :)

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