Soy una persona inestable. Que necesita algo que se empeña en negar. Que a veces quiere cosas que otras veces no imagina que echaría de menos. Hablo de soledad. De la necesidad que he tenido estos días de ella. Hibernar en mi edredón para terminar por echar(te) de menos.
Y dicen que de cada circunstancia has de sacar algo que te haga aprender, y yo aprendí que soy dependiente. Que por mucha soledad que quiera, siempre hay un momento en el que necesito que, estando dormido, me abraces por inercia. Como esa noche en la que noté que algo se accionó.
Que dependo de palabras bien dichas y silencios mal callados. De un abrazo en especial.
De ti, al fin y al cabo.
Y yo creo que tus besos siguen teniendo el mismo sabor a ganas de aquel veinticinco. O, al menos, eso espero.
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