He usado miles de excusas para no buscarte por las noches en mi habitación. Cada noche una nueva. Cada cual menos convincente. Y es que supongo que, una vez que me has abrazado para darme las buenas noches contigo, no hay almohada que haga que no te eche de menos al cerrar los ojos, por mucho que la achuche. Por tu manía de ser inevitable. Por mi manía, que, casualmente, eres tú.
Y te cuelas en cada hueco libre de cada sueño. En el aire de mi habitación en forma de colonia. En todas las sonrisas que salen de esta boca que sabe mejor ahora que te saborea a ti.
Y quizás pienses que estoy loca, pero cada noche antes de dormir colocaba tu chaqueta lo más cerca de mí para engañar a la imaginación. Para verte con los ojos cerrados en pijama. Y también sin él. Para verte a través del olor de tus abrazos.
El olor de la misma chaqueta en la que, en su bolsillo interno, están todos los abrazos que te debo. |
Cuando echamos de menos a alguien, por el motivo que sea, nos aferramos a todo lo que tenemos suyo en forma de recuerdo para que nos abrigue en las noches (aunque ni siquiera sean frías)..
ResponderEliminarEspero que pronto puedas sacar todos esos abrazos del bolsillo interno de esa chaqueta y dárselos a quien le pertenezcan :)
un besito!
Pues creo que ya, a estas horas, él ha podido leer esto y cogerlos del bolsillo.
ResponderEliminarArropan muchísimo, es verdad :)
¡Otro beso para ti!
Y yo que me alegro de que seas feliz. Sea con quien sea. Pero feliz.
ResponderEliminarSaludos.
Te quiero :)
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