Son las dieciséis y ocho minutos de un sábado más. Otro de
los muchos en los que la manta arropa la pereza y el mundo exterior de
detrás de la ventana parece no existir. O, al menos, no molesta.
Otro sábado en el que, arrastrando el pijama que una vez me arrancaste,
piso mis pasos marcados en el pasillo que nacen en el sofá y se
desvanecen en mi cama.
Y ahí es donde, después de un día entero
metida en el edredón, he abierto los ojos, y los tuyos me han mirado
desde la foto que me lleva a aquella primera tarde.
Nunca me he considerado una chica intuitiva. No suelo poder decir 'te lo dije', o '¿Lo ves?, acerté'. Más bien soy yo la que tiene que agachar la cabeza y decir 'tenías razón'. Pero en esto sabía lo que pasaría antes de que se convirtiese en una realidad. Mucho antes. Debo reconocer que no es ningún mérito. Somos opuestos, y los opuestos buscan cosas opuestas.
Es cierto que nunca he pensado que esta situación -un poco diferente- pudiera llegar a ser. Por muchos motivos en los que no quiero entrar ahora. Pero terminaste por ser igual de especial que los momentos que me has regalado.
Simplemente, era uno de los muchos 'me gustaría' que se suelen pensar sin decirlo muy alto. Y en una de esas noches en las que te da por imaginar cómo sería, saqué como conclusión que la palabra era 'difícil'. No imposible, pero sí difícil, en muchos aspectos.
Empezaste diciendo que querías que me lo pasara bien con todo esto, y empecé haciéndolo. Empecé por disfrutar de ti, de cada broma y de cada momento contigo, y me asusté de que no hubiese pero's.
Es cierto que nunca he pensado que esta situación -un poco diferente- pudiera llegar a ser. Por muchos motivos en los que no quiero entrar ahora. Pero terminaste por ser igual de especial que los momentos que me has regalado.
Simplemente, era uno de los muchos 'me gustaría' que se suelen pensar sin decirlo muy alto. Y en una de esas noches en las que te da por imaginar cómo sería, saqué como conclusión que la palabra era 'difícil'. No imposible, pero sí difícil, en muchos aspectos.
Empezaste diciendo que querías que me lo pasara bien con todo esto, y empecé haciéndolo. Empecé por disfrutar de ti, de cada broma y de cada momento contigo, y me asusté de que no hubiese pero's.
Pero los hay. Ahora los hay. Uno de ellos me dice que lo de pasármelo bien es una de cada tres veces que lo paso mal. Otro me pregunta si voy a ser capaz de aguantar, y yo no sé qué contestarle. Otro me ofrece una armadura para protegerme del no-equilibrio.
Y después vuelvo a mirar(te) la foto, y veo escrito el pero que borra todos los anteriores.
'Pero con una sonrisa me convences de que merece la pena.' |
Me encanta no solo el principio, sino también el "pero" final.
ResponderEliminarCreo que para mí l peor es tener que decirme "te lo dije" a mí misma.
En fin...! Seguro que me vuelvo a pasar muy pronto por aquí.
:D
EliminarEl pero final es el más importante.
Yo creo que son los únicos que suelo decir. A nadie más que a mí, y eso es malo.
¡Espero verte por aquí pronto!
Muchas gracias :)