No te voy a culpar de que esta noche hayas vuelto a meterte en mis sueños, porque quizás sea yo la que se ha colado en el laberinto de tu ombligo, y no sé cómo se sale. De lo que sí eres responsable es de que hoy me sienta extrañamente bien al recordar tu espalda en mis uñas.
Y en las marcas de mi cuello se distingue perfectamente tu inicial, escrita mordisco a mordisco en la habitación en la que sólo creí querer acostarme contigo, y donde acabé prefiriendo verte dormir.
"El mejor desayuno." |
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