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martes, 11 de septiembre de 2012

Luz en la oscuridad.

 Ya no podía acordarme de la última vez que mis nervios por ver a alguien conseguían hacerme temblar. Se acostumbraron a él. Se centraron exclusivamente en verle a él. Pero después de todo un año de palabras y sentimientos estancados en barro, puedo mirar de frente sin que una lágrima me tape la visión emborronándolo todo. Parpadeé lo suficiente para que no quedaran restos, y así, sin darme cuenta, tú has aparecido después de doce meses escondido tras una amistad que, a su vez, escondía tus ganas.
Y me llevaste a aquel lugar pasando por las mismas calles, logrando que en lo último que se me ocurriera pensar fuera en él. Y me veía, aniñada, en tus ojos brillantes por el reflejo de las luces de la noche madrileña. Y con la misma luz con la que me mirabas, me regalaste sonrisas tímidas y me hacías pensar que la oscuridad que me había perseguido por su culpa, se había convertido en la claridad que me has ido ofreciendo todos estos muchos días. 


Gracias por hacer que lo haya conseguido.

2 comentarios:

  1. Como siempre, uno de esos relatos con los que sabes transportarnos.
    Hacía tiempo que no pasaba por mis blogs amigos pero ya estoy de vuelta.
    Mua!

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  2. Yo también he estado MUY ausente, pero también he vuelto :)
    ¡Y me alegra mucho verte por aquí!
    ^^

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