Dice que no piensa y presume de lo cómodo que es dejarse llevar por impulsos, pero sabe que las cosas dan demasiadas vueltas alrededor de su cabeza. Utiliza una lata de cerveza en la que hundir sus problemas para que no le hagan bola en la garganta, y, entre cigarrillos sabor menta y chicles de melón, grita a las injusticias dejando de lado su lema "me la pela". Se aísla bajo las sábanas y se abraza a los cascos que gritan canciones escritas para él cuando necesita olvidarse del mundo por un rato. Cuando más ansía libertad y crear sus propias cuatro paredes, sin tener que dar explicaciones ni a sí mismo. Y escupe fuertes ideales con la misma rabia que utiliza para esconder su lado más débil. Prefiere el frío. Aún no sé por qué. A lo mejor porque cuando hace frío, los abrazos le arropan más en los días que cree sentir indiferencia ante todo. Un lunar en la mejilla izquierda. Dientes perfectamente colocados que sabe a quién mostrar en forma de sonrisa, y a quién en forma de mordisco. Sincero aunque duela. Sus bromas. Su empeño en demostrar el cariño en proporción a cuántas veces al día consigue hacerte de rabiar. Tiene ideas claras y objetivos fijos, que le hacen rozar la cabezonería como método para conseguir ganar la batalla los días que piensa que no es capaz de conseguir algo. Se come las uñas por no comerse el mundo. Observador y original. A prueba de nervios y con un poder tranquilizador que no había visto antes en nadie. A quien ofrezco mi confianza, hasta el punto de hacerle un hueco en mi pequeña burbuja.
Tan raro.
Tan él.
¿Tus defectos? Lo que más me gusta de ti.
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