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lunes, 7 de noviembre de 2011

Sol.

Querida yo, dos puntos.
He visto desde el espejo que tu sonrisa ha vuelto donde estaba, y eso me gusta. A ti también, lo sé, lo veo. También sé que estos días han estado nublados por aquí y que hoy te has encargado de saltar en los charcos en los que te ahogabas. Estaba en ellos para verte, pero tranquila, no me has hecho daño. Yo,desde mi (tu) humilde reflejo, te propongo que el próximo día lluvioso agarres el paraguas fuertemente y te subas en algo alto para poder apartar a las nubes con el mango. Espárcelas por el cielo, pero no permitas que te llueva encima nunca más, porque yo también me mojo. Me empapo, nuestros ojos también, y nos resfriamos, tú, nuestras pestañas y yo. Lleva siempre un chubasquero, de esos desechables, por si algún día te pilla la tormenta. Así te resbalará el agua, los problemas, y yo, digo tú, estarás seca y sonriente. Y cuando sonrías, que sé que es ahora, estaré deseando cambiarme por ti y dejar de estar atrapada en cada uno de los espejos existentes para vivir tu felicidad, que también resulta ser la mía.

Punto.

2 comentarios:

  1. Qué forma tan bonita de proclamarte feliz... La próxima vez que pases por delante de un espejo, felicita a tu reflejo de mi parte.

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  2. Se da por feli(z)itado :D
    Muchas gracias por tu comentario, Juan.
    ¡Un abrazo!

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