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lunes, 1 de agosto de 2011

Pézdida.

Siempre recordaré el día que le traje a casa en una bolsa de plástico transparente permitiéndole ver mundo más allá de cuatro cristaleras llenas de algas de plástico y luces cegadoras. Lo bien que se movía por la pecera y lo mal que olía al cambiarle el agua. Nunca olvidaré el día en el que de un salto se salió del recipiente para caer al lavabo,que,por suerte, tenía el tapón puesto. Ni los ojos saltones que me miraban con cara de circunstancia para ,dos segundos más tarde, olvidarse de mis rasgos y de mi existencia. He pensado muchas veces que tenía más memoria que yo. Sí, un pez. Y si me dio pena Buscando a Nemo, imaginad mi cara al enterarme de que mi pez,al que creía inmortal después de un año y cuatro meses nadando sin síntomas de vejez, había sido encontrado flotando boca abajo en la superficie de la pecera, para , más tarde, llorar su pérdida mientras el agua del retrete se lo llevaba para siempre. Ni un entierro digno...



Hasta siempre, Popi.


2 comentarios:

  1. Vaya, lo siento... Pero un año y cuatro meses a mí me parece muchísimo tiempo. De crío tuve peces alguna vez y la verdad es que no me duraban nada, por mucho que tratara de poner todo el cuidado del mundo. Canarios sí tuve bastantes, y esos sí duraban. Y, claro, cuanto más duran, más pena te da despedirte de ellos...

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  2. ¡Sí! Yo cuando compré este pez pensé que duraría un mes..dos como mucho. Es lo que suelen durar. Pero veía que pasaba el tiempo... un año... cuatro meses...y plaf.
    No me quiero imaginar lo que es tener un gato o un perro... Y creo que nunca lo haré porque la alergia no me lo permite.
    Saludos Juan. :D

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