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lunes, 25 de abril de 2011

Desde mi nuevo sillón hecho de piedra miro y remiro la belleza que tengo a mi alrededor. Nubes cargadas de rabia cuelgan del cielo y se posan sobre las montañas . Apoyo el cuaderno en mis piernas y sujeto el bolígrafo con una mano mientras con la otra tiro piedrecillas al río,formando ondas que se dispersan con rapidez, igual que mi mente. Escucho cómo el agua baja con fiereza y el sonido de las rocas al chocar hace que mis ojos se cierren. El aire fresco me acaricia y el olor a la banda me lleva a los abrazos tan enérgicos que me da mi abuela cada vez que me ve. Y desde aquí ,apoyando la cabeza en otra de las rocas que me rodean, dejo que las frías gotas que caen del cielo mojen mi cara y resbalen por mi pelo,que se posen en mis pestañas y caigan como lágrimas,pero no,nunca de tristeza.

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