Y cuando crees que va a ser un fin de semana perfecto,simplemente se convierten en los dos días más raros de toda tu vida. Con un cúmulo de sensaciones que consigue ganar el récord de mayor número de sentimientos vividos en ese periodo de tiempo. Impotencia. Miedo. Decepción. Tristeza. Necesidad... Situaciones extrañas nunca vividas. Ni siquiera imaginadas. Con los ojos secos de tanto llorar. A escondidas y en público. Abrazos que intentaban calmar el llanto quedándose sólo en eso, intentos. Porque mis lágrimas lloraban porque echaban de menos su hombro. Teniéndole tan cerca y a la vez tan lejos. Distanciados por situaciones incómodas en el que nuestros ojos sólo querían abrazarse desde la distancia , sentados a dos centímetros que jugaban a ser dos kilómetros. Necesitando estar a solas un solo minuto para decirle lo mucho que necesitaba un abrazo suyo. Una caricia que nunca llegó por circunstancias complicadas. Dos besos. Los dos besos más sentidos y deseados de toda mi vida. Y el detalle que logró ser el único modo de que mi sonrisa saliera a la luz en un día como este.