Enyomismada.

Estoy harta de besar sapos creyendo que se van a convertir en príncipes de un cuento que yo misma escribo. Del que doblo las hojas y al que coloco miles de marcapáginas para nunca perderme. Para saber siempre por dónde voy. Un cuento sin portada y sin título. Sin protagonistas aparte de mí. Individual e impar. Rozando la abstracción y lo extraño. Estoy deseando leer mi libro. A lo mejor en él puedo conocerme mejor de lo que hago,porque creo que no me conozco lo más mínimo. Afirmo que no me conozco lo más mínimo. Empiezo a sospechar que el espejo proyecta una imagen que no se corresponde con la que doy a los demás. Que juega al despiste. Intenta imitar mis gestos y mis movimientos, pero creo que es un cristal y que detrás se esconde otra persona. Ni siquiera me veo a mí misma en fotografías. Sé que no soy yo. Y sé que no sé quién soy, que vivo en el cuerpo de una desconocida que se empeña en sonreír incluso cuando no tiene ganas. Que se empeña en ocultar lágrimas aunque sean de felicidad. Que se muere de la vergüenza por cosas estúpidas y después es la más atrevida en otras. Que no sabe si es mejor tomar el camino de aquí o el de allí y acaba yendo allá como puede. Huyendo o no. Con una personalidad tan simple que puede resultar compleja. Compleja o rara. No te culpo por no conocerme. Primero debería hacerlo yo.