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domingo, 12 de junio de 2011

Quise probar. Andar por la playa y dirigirme hacia el agua sin miedo a ahogarme. Las olas empujaban mis pies queriendo frenar mi plan . La marea sube. La marea baja. Yo mareada. El miedo ausente. Andé sobre la superficie del agua . Mi cuerpo se mantenía perfectamente en el mundo seco y seguí hacía delante. Andé . Andé hasta llegar a un punto en el que mirara donde mirara no veía más que una línea dibujada que separaba el mar del cielo. Estaba sola. De pié,en mitad del océano. Veía bajo mis pies cómo el fondo cada vez se hacía más oscuro y los tiburones esperaban un descuido para atacarme. El sol se escondía a medida que la sal del agua iba cubriendo mis pies descalzos.Yo andaba. Quería llegar a aquel sitio. Quería ver de cerca cómo el mar y el cielo se abrazaban .Andaba. Caminaba al lado de barcos piratas abandonados tras una lucha que acabaría con su leyenda. Vi como los delfines saltaban encima de mi cabeza y dibujaban con el agua que resbalaba de su cuerpo un arco que me rodeaba. Andé. Pero nunca llegaba. Me di la vuelta y volví por donde había venido. Los peces se despidieron de mí, y yo, desanimada, fui recogiendo cada una de las lágrimas que caían para que no se mezclaran con el mar. Miré hacia atrás. Un último vistazo. Volví a ver eso a lo que llaman horizonte, y sin dudarlo corrí en su busca. Tras varios días andando sobre incontables gotas saladas,por fin lo encontré. Y creedme,es....

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