Se mordía las uñas como si fuesen pipas sin pelar,y sus ojos no dejaban de buscar que las manillas del reloj llegaran al número correcto. Sin levantar la mirada del suelo, vió cómo unos pies enfundados en unas sandalias de lo más veraniegas se colocaban frente a sus deportivas de alguna marca conocida. Fue una presentación de lo más original,y hubo tanta compenetración entre sus pies que pasaron la tarde entera sin mirarse a la cara. Sus extremidades se movían al ritmo de la melodía que él silbaba y se rozaban haciendo que las chispas fuesen algo más que un flechazo. Pero llegó la hora de irse y, él, nervioso, levantó la vista para verla.
Era la chica más guapa del mundo,sin duda.
Era la chica más guapa del mundo,sin duda.
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