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jueves, 5 de mayo de 2011

Abrió los ojos y de pronto se vió sentado en la acera de una calle estrecha. A un lado le acompañaba una montaña de cigarrillos sucios que acababan de ser tirados del cenicero de un coche. Eran recientes. Todavía olía a tabaco y las colillas seguían encendidas. Al otro lado un pájaro dejó de comer la basura del suelo sólo para mirarle. Parecía que en cualquier momento la diría algo. "Hola". O "tranquilo,todo va a salir bien".
Se mordía las uñas como si fuesen pipas sin pelar,y sus ojos no dejaban de buscar que las manillas del reloj llegaran al número correcto. Sin levantar la mirada del suelo, vió cómo unos pies enfundados en unas sandalias de lo más veraniegas se colocaban frente a sus deportivas de alguna marca conocida. Fue una presentación de lo más original,y hubo tanta compenetración entre sus pies que pasaron la tarde entera sin mirarse a la cara. Sus extremidades se movían al ritmo de la melodía que él silbaba y se rozaban haciendo que las chispas fuesen algo más que un flechazo. Pero llegó la hora de irse y, él, nervioso, levantó la vista para verla.
Era la chica más guapa del mundo,sin duda.

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